¿Qué tienen en común una Pulpería en en la ciudad de Buenos Aires, una empresa de turismo aventura en la Patagonia, una agencia de viajes con una oferta diferencial en Argentina, un prestador de excursiones turísticas en La Rioja y un hotel en la Quebrada de Humahuaca? Todas son empresas pymes que se distinguen por ser innovadoras, rentables y bien reputadas entre los clientes. ¿Cómo y por qué lo hacen?

El mundo está en crisis. El cambio climático producto de la actividad humana afecta a los ecosistemas, a los sistemas productivos y a las comunidades, la pandemia del covid-19 profundizó las desigualdades en América Latina, la pobreza se extiende y sus implicancias no son sólo monetarias: infancias malnutridas, escaso o nulo acceso a la educación, problemas de salud por falta de condiciones dignas de vida y cobertura de salud, incremento de la violencia y un sinfín de otras problemáticas. Nadie puede seguir haciéndose el distraído. Los Estados deben actuar, pero las personas y las empresas también deben ser conscientes de su parte de responsabilidad en esta realidad, y accionar para contribuir a solucionarlas antes de el mundo se torne insostenible para prácticamente casi todos.

Muchas empresas ya comprendieron esto y decidieron poner manos a la obra desde su misma esencia, la de hacer negocios y generar beneficios. ¿Cómo? Mirando a su alrededor, viendo qué problemas sociales y/o ambientales hay en el mundo y sus comunidades, proponiendo una solución a alguno o varios de ellos mediante su modelo de negocio, generando un proceso, un servicio o un producto innovador en el mercado y generando rentabilidad mediante su comercialización.

Son empresas de impacto, en donde lo económico es igual de importante que lo social y lo ambiental. No más, no menos. Y por tanto, hay una reflexión sobre qué pueden hacer y cómo pueden hacerlo para lograr una empresa que trasciende, cuya misión no sólo cambia la vida para mejor del dueño, los acciones y los empleados, sino de la comunidad y del medio ambiente.